Entrevista
ENTREVISTA AL AUTOR
R. Todo empezó hace unos años, durante un fascinante viaje a Estambul, cuando un guía del palacio de Topkapi me reveló la sorprendente historia de las odaliscas negras, las esclavas del sultán que lograron engañar a los eunucos del harén para comunicarse secretamente con sus amantes. Ese mismo guía me aseguró que un espía francés, al servicio de la corte británica, se apoderó de aquel código secreto y se lo reveló al rey Jorge II de Inglaterra. Así llegó a occidente el enigmático “Lenguaje de las Flores”. A partir de ese momento, comencé un arduo proceso de investigación que me llevó a descubrir los terribles hechos que desencadenó su uso.
P. Las indias orientales, el lenguaje de las flores, el Crystal Palace, los servicios secretos, los fumaderos de opio, los
oscuros muelles del Támesis… No ha dejado ningún tema en el tintero.
R. Sin olvidar a los cazarrecompensas, los Bow Street runners. Un grupo de mercenarios, mitad delincuentes, mitad policías, contratados para resolver los crímenes más difíciles. Y Rick Hunter, el protagonista, es uno de ellos. Antiguo empleado de la Compañía de las Indias Orientales, oculta su verdadera identidad mientras ultima su venganza, en un trepidante thriller cuyo telón de fondo es la fastuosa inauguración de la gran exposición universal erigida en los jardines de Hyde Park.
P. Respecto a la protagonista femenina, está inspirada en un personaje real: la reputada matemática Ada Lovelace e hija de Lord Byron. ¿Hasta qué punto ha sido fiel a su biografía?
R. Debo reconocer que, si bien he novelado su figura, la asombrosa vida de Ada Lovelace resultó una inagotable fuente de inspiración. Dotada de una extraordinaria inteligencia y de una cautivadora belleza, heredó de su madre la pasión por las matemáticas, y de su padre, su carácter libertino. A los dieciocho años, empezó a asistir a las fiestas de la alta sociedad londinense, donde conoció a Charles Babbage, una relación que la impulsó a concebir la idea de construir una computadora. Su matrimonio con el vizconde de Ockham, quien se oponía a sus estudios, la sumió en una depresión que no acabó con sus intereses. Experta en programación y criptografía, en la década de 1840, protagonizó sonados escándalos, debidos a sus afectuosas relaciones con otros hombres.
Sus investigaciones se publicaron en la revista Scientific Memoirs en septiembre de 1843, con el título de "Sketch of the analytical engine invented by Charles Babbage" y aunque en su tiempo su trabajo fue despreciado por sus colegas, hoy en día es considerada como la primera programadora informática del mundo.
P. La ambientación te traslada realmente a las callejas peligrosas y malolientes del Londres más sórdido, pero también a los palacios más suntuosos de la corte victoriana. ¿Cómo hace para mezclar documentación y atmósfera de esa forma tan espectacular?
R. Lo cierto es que, bajo la llovizna, ciertas callejuelas de Londres, aún hoy en día, son estremecedoramente inspiradoras. Deambular por ellas te traslada a dos siglos atrás, haciéndote imaginar que tras cualquier rincón puede aparecer un asesino que te arrebate la vida. Una visita al fabuloso Museum of London Docklands, con su recreación de los tenebrosos muelles victorianos, me sumergió en el ambiente con el que he impregnado mi novela. Las casuchas arracimadas, las tabernas malolientes, los almacenes infectos, contrastaban con la exuberancia de los palacios donde disfrutaba la nobleza.
P. En su novela, usted nos presenta una sociedad ambiciosa, hipócrita en lo moral, de hombres poderosos y pobres diablos en un relato en el que se entremezcla la venganza, el amor, la ambición y el crimen ¿Son estos elementos los que provocan que el lector se enganche sin remisión?
R. No sé si estos elementos son imprescindibles, pero desde luego, rebosan en mi novela. Pasiones desatadas, crímenes espeluznantes, una venganza pendiente y unos personajes misteriosos e inquietantes, unidos bajo una trama trepidante en la que cada página resulta más sorprendente que la anterior. Esperemos que los lectores coincidan y lo disfruten.
Fuente: Ed. Planeta